¿Cómo nos preparamos para este deber?

 




































Si vamos a ser fieles con obra que nos encomendaron, necesitamos:

  • Estudiar más la Biblia
  • Más tiempo para orar
  • Aprender a adorar a Dios en todo y no sólo cantando los domingos

La Palabra de Dios nos da la convicción por medio del Espíritu Santo de buscar y proveer para el bienestar ajeno. La Palabra produce fe, y la fe bíblica es la manera por la cual confiamos en Cristo y él nos persuade a obedecerle. La Palabra obra milagros, literalmente, en el corazón del creyente. La adoración práctica, que no es otra cosa que creer en las promesas de Dios y vivir con esa convicción, me llevará a pensar en los demás y servir a Cristo para que muchos le conozcan.

Finalmente, el estudio de la Palabra junto a la oración y adoración irán afirmando el corazón para que tengamos una convicción valiente. Es esa convicción valiente que nos permite ser tolerantes. La tolerancia ocurre cuando sabemos que hemos creído la verdad. No nos moverán, pues la Palabra nos pone a pisar sobre piedra. Podemos escuchar con atención a las personas y sin temor a lo que nos digan porque estaremos firmes sobre el fundamento correcto: La Palabra de Dios.

Son muchos los cristianos que cuando les preguntas, confiesan que no leen, mucho menos estudian la Biblia. Entonces son los mismos que no logran cumplir con sus deberes cristianos. No porque no quieran, necesariamente, sino porque no conocen las expectativas de Dios para su vida. Su compás moral son sus propias ideas sobre lo que la Biblia debería decir conforme a su marco de referencia de cuando estaban en el mundo o lo que han escuchado de otros en la iglesia, pero eso no es sabio pues la “biblia” que siguen es realmente su propio entendimiento.

Pero si vamos a cumplir con lo que Pablo le enseñó a Timoteo para lograr buscar el bienestar ajeno, actuar como siervos de Cristo y ser tolerantes con aquellos que necesitan encontrar al Señor, tenemos que alimentarnos de Jesús.

El Cristiano tiene que conocer la Palabra de Dios, tiene que tener una relación activa con Dios, que se ve en la oración genuina y adora a Dios con su vida obediente.

La Palabra nos muestra que esto es posible. Pablo lo hizo imitando a Jesús y nosotros también lo podemos hacer. El mismo Espíritu Santo que moraba en Pablo, es el que mora en cada creyente. Por lo tanto nosotros también podemos llevar una predicación fiel con nuestras palabras y con nuestras vidas. Tú, ¿estás dispuesto a esto?

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